viernes, 13 de septiembre de 2024

Antonio Machado

 (Sevilla, 1875 - Collioure, 1939) Poeta español. Aunque influido por el modernismo y el simbolismo, su obra es expresión lírica del ideario de la Generación del 98. Hijo del folclorista Antonio Machado y Álvarez y hermano menor del también poeta Manuel Machado, pasó su infancia en Sevilla y en 1883 se instaló con su familia en Madrid.


Antonio Machado

Se formó en la Institución Libre de Enseñanza y en otros institutos madrileños. En 1899, durante un primer viaje a París, trabajó en la editorial Garnier, y posteriormente regresó a la capital francesa, donde entabló amistad con Rubén Darío. De vuelta a España frecuentó los ambientes literarios, donde conoció a Juan Ramón JiménezRamón del Valle-Inclán y Miguel de Unamuno.

En 1907 obtuvo la cátedra de francés en el instituto de Soria, cuidad en la que dos años después contrajo matrimonio con Leonor Izquierdo. En 1910 le fue concedida una pensión para estudiar filología en París durante un año, estancia que aprovechó para asistir a los cursos de filosofía de Henri Bergson y Joseph Bédier en el College de France. Tras la muerte de su esposa en 1912, pasó al instituto de Baeza.

Doctorado en filosofía y letras (1918), desempeñó luego su cátedra en Segovia, y en 1928 fue elegido miembro de la Real Academia Española. Al comenzar la Guerra Civil Española (1936-1939) se encontraba en Madrid, desde donde se trasladó con su madre y otros familiares al pueblo valenciano de Rocafort y luego a Barcelona. En enero de 1939 emprendió camino al exilio, pero la muerte lo sorprendió en el pueblecito francés de Colliure.

La obra de Antonio Machado

Los textos iniciales de Machado, comentarios de sucesos y crónicas costumbristas escritos en colaboración con su hermano y firmados con el seudónimo Tablante de Ricamonte, aparecieron en La Caricatura en 1893. Sus primeros poemas se publicaron en ElectraHelios y otras revistas modernistas, movimiento con el que Machado se sentía identificado cuando comenzó su labor literaria.


Antonio Machado

No obstante, aunque las composiciones incluidas en Soledades (1903) revelaron la influencia del modernismo, el autor se distanció de la imaginería decorativa de la escuela rubeniana para profundizar en la expresión de emociones auténticas, a menudo plasmadas a través de un sobrio simbolismo. En su siguiente libro, Soledades, galerías y otros poemas (1907), reedición y ampliación del anterior, se hizo más evidente el tono melancólico e intimista, el uso del humor como elemento distanciador y, sobre todo, la intención de captar la fluidez del tiempo.

Al igual que Unamuno, Antonio Machado consideró que su misión era "eternizar lo momentáneo", capturar la "onda fugitiva" y transformar el poema en "palabra en el tiempo". En los años posteriores se acentuó su meditación sobre lo pasajero y lo eterno en Campos de Castilla (1912), pero no por medio de la autocontemplación, sino dirigiendo la mirada hacia el exterior, y observó con ojos despiertos el paisaje castellano y los hombres que lo habitaban. Una emoción austera y grave recorre los poemas de este libro, que evoca la trágica España negra tan criticada por la Generación del 98 desde una perspectiva regeneracionista, al tiempo que se describe con hondo patriotismo la decadencia y ruina de las viejas ciudades castellanas.


Autógrafo de Antonio Machado

En su siguiente volumen de poemas, Nuevas canciones (1924), el autor intensificó tanto su enfoque reflexivo como la línea sentenciosa de los "Proverbios y cantares" incluidos en el libro anterior. Esta tendencia filosófica se había manifestado ya entre 1912 y 1925, etapa en la que Machado redactó una serie de apuntes que verían la luz póstumamente con el título de Los complementarios (1971).

En este cuaderno, miscelánea de lecturas, esbozos y reflexiones cotidianas, aparecieron por primera vez sus heterónimos, el filósofo y poeta Abel Martín y su discípulo, el pensador escéptico Juan de Mairena. Ambos son personajes imaginarios que permitieron expresar al creador sus ideas sobre cultura, arte, sociedad, política, literatura y filosofía, especialmente en el libro Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo (1936).

Paralelamente, en las ediciones de Poesías completas de 1928 y 1933 se decanta una lírica de tema amoroso y erótico inspirada por la que fue, tras la muerte de su esposa, su gran pasión en la vida real, Pilar de Valderrama, llamada Guiomar en dichos versos. Ya durante la contienda civil, Machado escribió algunos poemas y varios textos en prosa, parte de los cuales fueron recogidos en La guerra (1937). Se trata de escritos testimoniales, plenamente incardinados en las circunstancias históricas del momento.

Antonio Machado fue un poeta, dramaturgo y narrador andaluz de la “generación del 98” en España. Además de acusar la influencia del modernismo, su obra destaca por tres aspectos: la formación que recibió, tanto de la Institución Libre de enseñanza como de su padre, preocupado por el folclor español; la influencia de la filosofía y la reflexión sobre España.

A continuación, presentamos una lista de poemas de Antonio Machado que resultan fundamentales para comprender el estilo, las motivaciones y las preocupaciones de este insigne escritor español.

1. La Saeta

“La saeta” es un poema incluido en el libro Campos de Castilla, publicado por primera vez en 1912. Se inspira abiertamente en el género musical de la saeta, un canto popular propio de las festividades de Semana Santa en Andalucía y otras regiones de España.

Dijo una voz popular:

«¿Quién me presta una escalera,
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno? »

¡Oh la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!

¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero,
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!

2. Proverbios y cantares (“Caminante no hay camino”)

“Proverbios y cantares” es una serie de pasajes poéticos de Machado incluidos en Campos de Castilla. En este poema, el escritor reflexiona sobre el sentido de la vida, la libertad y la novedad de las experiencias. Ese sentido de la vida se escribe sobre un libro en blanco para todo aquel valiente que decide emprender el camino con libertad.

En 1969, el cantante Joan Manuel Serrat publicó un disco dedicado totalmente a Antonio Machado, donde se incluye una versión musicalizada de “Proverbios y cantares”. Serrat seleccionó algunos fragmentos y los reorganizó. El tema pasó a llamarse “Cantares”. En ese mimo álbum también está “La saeta”.

I

Nunca perseguí la gloria
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.

XXIX

Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino:
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.

XLIV

Todo pasa y todo queda;
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.

Te puede interesar: Poema Caminante no hay camino de Antonio Machado

3. Las moscas

“Las moscas” es un poema publicado en el libro Soledades. Galerías. Otros poemas, editado en 1907. Se encuentra en una sección llamada “Humorismos, fantasías, apuntes”. En el texto, el poeta logra construir una imagen poética en torno a este malquerido insecto, que se convierte en metáfora de “todas las cosas”, recuerdo de la vida cotidiana.

Vosotras, las familiares,
inevitables golosas,
vosotras, moscas vulgares,
me evocáis todas las cosas.

¡Oh, viejas moscas voraces
como abejas en abril,
viejas moscas pertinaces
sobre mi calva infantil!

¡Moscas del primer hastío
en el salón familiar,
las claras tardes de estío
en que yo empecé a soñar!

Y en la aborrecida escuela,
raudas moscas divertidas,
perseguidas
por amor de lo que vuela,

—que todo es volar— sonoras,
rebotando en los cristales
en los días otoñales...

Moscas de todas las horas,
de infancia y adolescencia,
de mi juventud dorada;
de esta segunda inocencia,

que da en no creer en nada,
de siempre... Moscas vulgares,
que de puro familiares
no tendréis digno cantor:

yo sé que os habéis posado
sobre el juguete encantado,
sobre el librote cerrado,
sobre la carta de amor,
sobre los párpados yertos
de los muertos.

Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas,
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas,
vosotras, amigas viejas,
me evocáis todas las cosas.

4. Sonaba el reloj a la una

“Sonaba el reloj a la una” es otro poema de la sección “Humorismos, fantasías, apuntes” del libro Soledades. Galerías y otros poemas. Con un tono humorístico, el sujeto poético comparte el desagrado que siente ante el estruendo de un practicante de música sin talento.

Sonaba el reloj la una
dentro de mi cuarto. Era
triste la noche. La luna,
reluciente calavera,

ya del cenit declinando,
iba del ciprés del huerto
fríamente iluminando
el alto ramaje yerto.

Por la entreabierta ventana
llegaban a mis oídos
metálicos alaridos
de una música lejana.

Una música tristona,
una mazurca olvidada,
entre inocente y burlona,
mal tañida y mal soplada.

Y yo sentí el estupor
del alma cuando bosteza
el corazón, la cabeza,
y... morirse es lo mejor.

5. Anoche cuando dormía

En este poema el escritor expresa el universo de sus anhelos espirituales que se presentan ante sí a través de los sueños. El poema es la representación de la inquietud humana por la trascendencia, por el orden de lo divino.

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.

Di: ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
en donde nunca bebí?

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;

y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un sol ardiente lucía
dentro de mi corazón.

Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.

6. El crimen fue en Granada

Este poema fue publicado por primera vez en la revista Ayuda, cuando trascurría el año de 1937. Luego fue publicado en el libro La guerra, que compendia los escritos producidos entre 1936 y 1939. Se trata de un texto que expone el fusilamiento de Federico García Lorca en 1936, en pleno contexto de la Guerra Civil española.

I

EL CRIMEN

Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas, de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
-sangre en la frente y plomo en las entrañas-.
...Que fue en Granada el crimen sabed -¡pobre Granada-, en su Granada...

II

EL POETA Y LA MUERTE

Se le vio caminar sólo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
-Ya el sol en torre y torre; los martillos
en yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
"Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!"

III

Se le vio caminar...
Labrad amigos,
de piedra y sueño, en la Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!

7. La muerte del niño herido

Este poema forma parte también del libro La guerra. El poeta describe la escena de la muerte de un niño herido en el contexto de la guerra, mientras su madre, impotente, se desvela en cuidados.

Otra vez en la noche... Es el martillo
de la fiebre en las sienes bien vendadas
del niño. —Madre, ¡el pájaro amarillo!
¡Las mariposas negras y moradas!
—Duerme, hijo mío. —Y la manita oprime
la madre, junto al lecho. —¡Oh, flor de fuego!
¿quién ha de helarte, flor de sangre, dime?
Hay en la pobre alcoba olor de espliego;
fuera, la oronda luna que blanquea
cúpula y torre a la ciudad sombría.
Invisible avión moscardonea.
—¿Duermes, oh dulce flor de sangre mía?
El cristal del balcón repiquetea.
—¡Oh, fría, fría, fría, fría, fría!

8. La luna, la sombra y el bufón

“La luna, la sombra y el bufón” está incluido en el libro Nuevas canciones, publicado por primera vez en el año 1924. En estos poemas deja colar su interés por el universo de la cultura popular y el color local.

I

Fuera, la luna platea
cúpulas, torres, tejados;
dentro, mi sombra pasea
por los muros encalados.
Con esta luna parece
que hasta la sombra envejece.
Ahorremos la serenata
de una cenestesia ingrata,
y una vejez intranquila,
y una luna de hojalata.
Cierra tu balcón, Lucila.

II

Se pinta panza y joroba
en la pared de mi alcoba.
Canta el bufón:
¡Qué bien van,
en un rostro de cartón,
unas barbas de azafrán!
Lucila, cierra el balcón.

9. Canciones a Guiomar (I)

“Canciones a Guiomar” es un trabajo incluido en el libro Poesías completas, en la sección “Cancionero apócrifo”. Cada poema está enumerado. El que presentamos aquí es el primero de ellos, relativo al concepto del amor a través de un lenguaje impregnado de sensorialidad. La musa de Machado es Guiomar. Por mucho tiempo se pensó que Guiomar era una imagen ficticia. Hoy se sabe que Guiomar fue el apodo de Machado le puso a Pilar de Valderrama.

No sabía
si era un limón amarillo
lo que tu mano tenía,
o el hilo de un claro día,
Guiomar, en dorado ovillo.
Tu boca me sonreía.
Yo pregunté: ¿Qué me ofreces?
¿Tiempo en fruto, que tu mano
eligió entre madureces
de tu huerta?
Tiempo vano
de una bella tarde yerta?
¿Dorada esencia encantada?
¿Copla en el agua dormida?
¿De monte en monte encendida,
la alborada
verdadera?
¿Rompe en sus turbios espejos
amor la devanadera
de sus crepúsculos viejos?

10. Huye del triste amor… (Soneto V)

“Huye del triste amor es” un poema escrito bajo la forma de soneto. Incluido en el libro Nuevas canciones, el soneto describe el sentido y los atributos del amor verdadero que, encendido de pasión, se opone al amor “pacato”.

Huye del triste amor, amor pacato,
sin peligro, sin venda ni aventura,
que espera del amor prenda segura,
porque en amor locura es lo sensato.

Ese que el pecho esquiva al niño ciego
y blasfemó del fuego de la vida,
de una brasa pensada, y no encendida,
quiere ceniza que le guarde el fuego.

Y ceniza hallará, no de su llama,
cuando descubra el torpe desvarío
que pedía, sin flor, fruto en la rama.

Con negra llave el aposento frío
de su tiempo abrirá. ¡Desierta cama,
y turbio espejo y corazón vacío!

11. El viajero

Este poema se trata de una alegoría sobre el paso del tiempo. Desde el punto de vista formal, corresponde al género de la silva. Tiene nueve estrofas con rima consonante ABBA. El texto ha sido publicado en Soledades. Galerías. Otros poemas.

Está en la sala familiar, sombría,
y entre nosotros, el querido hermano
que en el sueño infantil de un claro día
vimos partir hacia un país lejano.

Hoy tiene ya las sienes plateadas,
un gris mechón sobre la angosta frente;
y la fría inquietud de sus miradas
revela un alma casi toda ausente.

Deshójanse las copas otoñales
del parque mustio y viejo.
La tarde, tras los húmedos cristales,
se pinta, y en el fondo del espejo.

El rostro del hermano se ilumina
suavemente. ¿Floridos desengaños
dorados por la tarde que declina?
¿Ansias de vida nueva en nuevos años?

¿Lamentará la juventud perdida?
Lejos quedó —la pobre loba— muerta.
¿La blanca juventud nunca vivida
teme, que ha de cantar ante su puerta?

¿Sonríe al sol de oro
de la tierra de un sueño no encontrada;
y ve su nave hender el mar sonoro,
de viento y luz la blanca vela hinchada?

Él ha visto las hojas otoñales,
amarillas, rodar, las olorosas
ramas del eucalipto, los rosales
que enseñan otra vez sus blancas rosas.

Y este dolor que añora o desconfía
el temblor de una lágrima reprime,
y un resto de viril hipocresía
en el semblante pálido se imprime.

Serio retrato en la pared clarea
todavía. Nosotros divagamos.
En la tristeza del hogar golpea
el tic-tac del reloj. Todos callamos.

12. Mientras a la sombra…

Está incluido en el libro Soledades, en el segmento “Del camino”. En este, el poeta describe el anhelo íntimo y amoroso de un alma. EL poeta acude a las imágenes del universo orante conocido: el órgano, el atril, la salmodia, la palabra y el altar.

Mientras la sombra pasa de un santo amor, hoy quiero
poner un dulce salmo sobre mi viejo atril.
Acordaré las notas del órgano severo
al suspirar fragante del pífano de abril.

Madurarán su aroma las pomas otoñales;
la mirra y el incienso salmodiarán su olor;
exhalarán su fresco perfume los rosales,
bajo la paz en sombra del tibio huerto en flor.

Al grave acorde lento de música y aroma,
la sola y vieja y noble razón de mi rezar
levantará su vuelo suave de paloma,
y la palabra blanca se elevará al altar.

13. Al escultor Emiliano Barral

machado y barral
Emiliano Barral: obra en el camposanto de El Burgo de Osma (Soria), España.

Se trata de un poema dedicado al escultor español Emiliano Barral, quien gozaba del respeto y la admiración del poeta, y con quien sostenía una estrecha relación. Fue escrito en 1922 y publicado en el libro Nuevas canciones en 1924.

...Y tu cincel me esculpía
en una piedra rosada,
que lleva una aurora fría
eternamente encantada.
Y la agria melancolía
de una soñada grandeza,
que es lo español—fantasía
con que adobar la pereza—,
fue surgiendo de esa rosa,
que es mi espejo,
línea a línea, plano a plano,
y mi boca de sed poca,
y, so el arco de mi cejo,
dos ojos de un ver lejano,
que yo quisiera tener
como están en tu escultura:
cavados en piedra dura,
en piedra, para no ver.

14. ¿Y ha de morir contigo…?

Las inquietudes filosóficas y existenciales siempre estuvieron presentes en Antonio Machado. En este poema, la inquietud sobre la muerte se hace presente a través de la referencia a la muerte del ser amado. A partir de ellas, se despliega la reflexión poética sobre el sentido de la vida y la muerte. El poema se encuentra en Soledades. Galerías. Otros poemas.

¿Y ha de morir contigo el mundo mago
donde guarda el recuerdo
los hálitos más puros de la vida,
la blanca sombra del amor primero,

la voz que fue a tu corazón, la mano
que tú querías retener en sueños,
y todos los amores
que llegaron al alma, al hondo cielo?

¿Y ha de morir contigo el mundo tuyo,
la vieja vida en orden tuyo y nuevo?
¿Los yunques y crisoles de tu alma
trabajan para el polvo y para el viento?

15. Era un niño que soñaba

“Era un niño que soñaba” salió publicado por primera vez en Campos de Castilla, en el segmento denominado “Parábolas”. Construye una imagen completa sobre la vida humana, pasando por la niñez, la adolescencia, la madurez y la ancianidad.

Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.

Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
por la crin lo cogía...
'¡Ahora no te escaparás!'

Apenas lo hubo cogido
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
El caballito voló.

Quedóse el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.

Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a la amada le decía:
'¡Tú eres de verdad o no?'

Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad'.

Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: '¿Tú eres sueño?'
¡Quién sabe si despertó!

16. Dice la razón

“Dice la razón” también forma parte de las “Parábolas” recogidas en Campos de Castilla. El poeta expone la eterna disputa entre la razón y el corazón, añadiendo además la discusión filosófica sobre la verdad, la mentira, la vanidad y la esperanza.

Dice la razón: busquemos la verdad.
Y el corazón: vanidad,
la verdad ya la tenemos.
La razón: ¡ay, quién alcanza la verdad!
El corazón: vanidad;
la verdad es la esperanza.
Dice la razón: tú mientes.
Y contesta el corazón: quien miente
eres tú, razón, que dices
lo que no sientes.
La razón: jamás podremos entendernos,
corazón. El corazón: lo veremos.

17. Arte poética

Este poema es uno de los primeros trabajos del autor. Quizá fue escrito hacia 1904 y publicado en la revista Helios, pero no fue incluido en sus libros. Fue, de hecho, un poema ignorado. Aunque su título anuncia que se trata de un arte poética, no encontramos evidencia clara de ello en el desarrollo. Una interpretación posible es que Machado haya visto en los signos de la vida misma y su experiencia el inicio de la creación poética. En todo caso, este poema ha sido calificado como próximo al espíritu romanticista.

Y en toda el alma hay una sola fiesta
tú lo sabrás, Amor sombra florida,
sueño de aroma, y luego... nada; andrajos,
rencor, filosofía.

Roto en tu espejo tu mejor idilio,
Y vuelto ya de espaldas a la vida,
Ha de ser tu oración de la mañana:
¡Oh, para ser ahorcado, hermoso día!

18. Si yo fuera un poeta

“Si yo fuera un poeta” juega con la ironía y la imaginación poética. Al mismo tiempo, es un canto al amor y la belleza, para lo que toma prestadas imágenes del mundo natural y cotidiano. Este poema fue publicado en “Galerías” en Soledades. Galerías. Otros poemas.

Si yo fuera un poeta
galante, cantaría
a vuestros ojos un cantar tan puro
como en el mármol blanco el agua limpia.

Y en una estrofa de agua
todo el cantar sería:

“Ya sé que no responden a mis ojos,
que ven y no preguntan cuando miran,
los vuestros claros, vuestros ojos tienen
la buena luz tranquila,
la buena luz del mundo en flor, que he visto
desde los brazos de mi madre un día”.

19. Guitarra del mesón que hoy suenas jota

También del ciclo “Galerías”, el poema “Guitarras del mesón que hoy suenas jota”, acentúa la relación entre la música y la palabra poética. Este es uno de los poemas que el cantante Joan Manuel Serrat popularizó a través de su disco Dedicado a Antonio Machado, poeta en 1969.

Guitarra del mesón que hoy suenas jota,
mañana petenera,
según quien llega y tañe
las empolvadas cuerdas.

Guitarra del mesón de los caminos,
no fuiste nunca, ni serás, poeta.

Tú eres alma que dice su armonía
solitaria a las almas pasajeras...
Y siempre que te escucha el caminante
sueña escuchar un aire de su tierra.

20. Sobre la tierra amarga

En este poema, Antonio Machado expone los dolores de la vida, los recovecos de las angustias que, con el paso de los años, se van abriendo camino. Un mundo de nostalgias y ausencias se revelan ante nuestros ojos. El poema forma parte del libro Soledades. Galerías y otros poemas, y se ubica en la sección “Del camino”.

Sobre la tierra amarga,
caminos tiene el sueño
laberínticos, sendas tortuosas,
parques en flor y en sombra y en silencio;

criptas hondas, escalas sobre estrellas;
retablos de esperanzas y recuerdos.
Figurillas que pasan y sonríen
—juguetes melancólicos de viejo—;

imágenes amigas,
a la vuelta florida del sendero,
y quimeras rosadas
que hacen camino... lejos...

21. Eres tú, Guadarrama, viejo amigo (Caminos)

Este texto forma parte del poemario Campos de Castilla. En el poema, que data del año 1911, el escritor expone el valor que tuvo para él la sierra del Guadarrama, lugar donde se acrisolan sus recuerdos.

¿Eres tú, Guadarrama, viejo amigo,
la sierra gris y blanca,
la sierra de mis tardes madrileñas
que yo veía en el azul pintada?

Por tus barrancos hondos
y por tus cumbres agrias,
mil Guadarramas y mil soles vienen,
cabalgando conmigo, a tus entrañas.

 

Octavio Paz

 

(Ciudad de México, 1914 - id., 1998) Escritor mexicano. Junto con Pablo Neruda y César Vallejo, Octavio Paz conforma la tríada de grandes poetas que, tras el declive del modernismo, lideraron la renovación de la lírica hispanoamericana del siglo XX. El premio Nobel de Literatura de 1990, el primero concedido a un autor mexicano, supuso asimismo el reconocimiento de su inmensa e influyente talla intelectual, que quedó reflejada en una brillante producción ensayística.


Octavio Paz

Nieto del también escritor Ireneo Paz, los intereses literarios de Octavio Paz se manifestaron de manera muy precoz, y publicó sus primeros trabajos en diversas revistas literarias. Estudió en las facultades de Leyes y de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional. Sus preocupaciones sociales también se dejaron sentir prontamente, y en 1937 realizó un viaje a Yucatán con la intención de crear una escuela para hijos de trabajadores. En junio de ese mismo año contrajo matrimonio con la escritora Elena Garro (que le daría una hija y de la que se separaría años después) y abandonó sus estudios académicos para realizar, junto a su esposa, un viaje a Europa que sería fundamental en toda su trayectoria vital e intelectual.

En París tomó contacto, entre otros, con César Vallejo y Pablo Neruda, y fue invitado al Congreso de Escritores Antifascistas de Valencia. Hasta finales de septiembre de 1937 permaneció en España, donde conoció personalmente a Vicente HuidobroNicolás GuillénAntonio Machado y a destacados poetas de la generación del 27, como Rafael AlbertiLuis CernudaMiguel HernándezEmilio Prados y Manuel Altolaguirre. Además de visitar el frente, durante la Guerra Civil española (1936-1939) escribió numerosos artículos en apoyo de la causa republicana.

Tras volver de nuevo a París y visitar Nueva York, en 1938 regresó a México y allí colaboró intensamente con los refugiados republicanos españoles, especialmente con los poetas del grupo Hora de España. Mientras, trabajaba en un banco y escribía diariamente una columna de política internacional en El Popular, periódico sindical que abandonó por discrepancias ideológicas. En 1942 fundó las revistas Tierra Nueva y El Hijo Pródigo.

Desde finales de 1943 (año en que recibió una beca Guggenheim para visitar los Estados Unidos) hasta 1953, Octavio Paz residió fuera de su país natal: primero en diversas ciudades norteamericanas y, concluida la Segunda Guerra Mundial, en París, después de ingresar en el Servicio Exterior mexicano. En la capital francesa comenzó su alejamiento del marxismo y el existencialismo para acercarse a un socialismo utópico y sobre todo al surrealismo, entendido como actitud vital y en cuyos círculos se introdujo gracias a Benjamin Péret y principalmente a su gran amigo André Breton.


Octavio Paz

De nuevo en México, fundó en 1955 el grupo poético y teatral Poesía en Voz Alta, y posteriormente inició sus colaboraciones en la Revista Mexicana de Literatura y en El Corno Emplumado. En las publicaciones de esta época defendió las posiciones experimentales del arte contemporáneo. En la década de los 60 volvió al Servicio Exterior, siendo destinado como funcionario de la embajada mexicana en París (1960-1961) y más tarde en la de la India (1962-1968); en este último país conoció a Marie-José Tramini, con la que se casó en 1964. En 1966 editó con José Emilio Pacheco y Homero Aridjis la antología Poesía en movimiento. Cerró su actividad diplomática en 1968, cuando renunció como protesta contra la política represiva del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz frente el movimiento democrático estudiantil, que culminó con la matanza en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.

Ejerció desde entonces la docencia en universidades americanas y europeas, a la vez que proseguía su infatigable labor cultural impartiendo conferencias y fundando nuevas revistas, como Plural (1971-1976) o Vuelta (1976). En 1990 se le concedió el Nobel de Literatura, coronación a una ejemplar trayectoria ya previamente reconocida con el máximo galardón de las letras hispanoamericanas, el Premio Cervantes (1981), y que se vería de nuevo premiada con el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (1993).

La poesía de Octavio Paz


Octavio Paz



Obra ensayística

Poeta, narrador, ensayista, traductor, editor y gran impulsor de las letras mexicanas, Paz se mantuvo siempre en el centro de la discusión artística, política y social del país. Tanto la curiosidad insaciable como la variedad de sus intereses y su aguda inteligencia analítica se hicieron patentes en sus numerosos ensayos, que cubrieron una amplia gama de temas, desde el arte y la literatura hasta la sociología y la lingüística, pasando por la historia y la política. La enjundia, la profundidad y la sutileza caracterizan estos textos.

De tema literario son El arco y la lira (1959), profunda reflexión sobre la creación poética, y Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe (1982), completo estudio sobre la obra y la compleja personalidad de Juana Inés de la Cruz, poetisa mexicana del siglo XVII. La identidad mexicana es en cambio el tema de El laberinto de la soledad (1950) y Posdata (1970).

El mono gramático (1974), que participa a un mismo tiempo de la reflexión y el poema en prosa, indaga en la esencia del lenguaje y constituye un testimonio de su atracción hacia Oriente; el título alude al jefe de los monos Hanuman, uno de los principales personajes del Ramayana. Tiempo nublado (1983) se ocupa de la situación política y social contemporánea. En Los privilegios de la vista (1987) se encuentran sus apreciaciones sobre las artes plásticas.

De sus últimos ensayos cabe destacar La llama doble (1993). La obra recorre la literatura universal en busca de la génesis de la idea poética del amor, el amor cortés provenzal, del que halla precedentes en las milenarias religiones indias y chinas y en el helenismo (con su fusión de Oriente y Occidente). Después de los poetas provenzales, el cristianismo desarboló el amor cortés; la pasión carnal, consumación del amor, fue relegada en favor de la divinización del objeto amado (DantePetrarca y el neoplatonismo).

Según el autor, hubo que esperar a la Revolución Francesa para que el amor recobrase su humanidad en manos de poetas y prosistas. Pero en el mundo moderno, la revolución sexual de 1968 condujo al fin del alma a manos del materialismo científico; dicho de otro modo, el amor ha sido víctima de la crisis de la idea de persona: un pesimismo extremo cierra esta obra. Otros títulos de su abundante producción ensayística son Cuadrivio (1965), Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo (1967), Conjunciones y disyunciones (1969), Los hijos del limo (1974), El ogro filantrópico (1979) y Hombres de su siglo (1984).


 Octavio Paz (1914-1998) fue un poeta y ensayista mexicano galardonado con el premio Nobel. Su poesía invita a participar en una peregrinación analítica y simbólica que recorre diferentes formas, perspectivas y preocupaciones, para descubrir la existencia de un mundo que se revela solo cuando alguien lo ha nombrado.

No extraña que Octavio Paz haya escrito alguna vez que preguntar qué es algo es, en realidad, preguntar por su nombre. Este es el magnífico trabajo del poeta: nombrar aquella realidad presente, pero evaporada. Darle nombre es darle cuerpo, devolverle su estatuto trascendente, es hacerla existir plenamente. Presentamos aquí una selección de algunos poemas de Octavio Paz.

Soneto III

El poeta se deja conducir por las evocaciones amorosas y eróticas de un instante en el cual se detiene en la contemplación del cuerpo de la amada.

Del verdecido júbilo del cielo
luces recobras que la luna pierde
porque la luz de sí misma recuerde
relámpagos y otoños en tu pelo.

El viento bebe viento en su revuelo,
mueve las hojas y su lluvia verde
moja tus hombros, tus espaldas muerde
y te desnuda y quema y vuelve yelo.

Dos barcos de velamen desplegado
tus dos pechos. Tu espalda es un torrente.
Tu vientre es un jardín petrificado.

Es otoño en tu nuca: sol y bruma.
Bajo del verde cielo adolescente,
tu cuerpo da su enamorada suma.

Niña

La palabra se revela como dadora de vida, renovadora del aire, cuando es puesta en la boca de un ser tomado por inocente, germinal, amoroso.

A Laura Elena

Nombras el árbol, niña.
Y el árbol crece, lento,
alto deslumbramiento,
hasta volvernos verde la mirada.
Nombras el cielo, niña.
Y las nubes pelean con el viento
y el espacio se vuelve
un transparente campo de batalla.

Nombras el agua, niña.
Y el agua brota, no sé dónde,
brilla en las hojas, habla entre las piedras
y en húmedos vapores nos convierte.

No dices nada, niña.
Y la ola amarilla,
la marea de sol,
en su cresta nos alza,
en los cuatro horizontes nos dispersa
y nos devuelve, intactos,
en el centro del día, a ser nosotros.

Epitafio de un poeta

En este poema, Octavio Paz nos recuerda el carácter del hacer poético, la dialéctica entre la verdad y la mentira, paradoja sobre la que se construye en el discurso artístico.

Quiso cantar, cantar
para olvidar
su vida verdadera de mentiras
y recordar
su mentirosa vida de verdades.

Las palabras

El poeta representa las palabras como materia misma, sujetas a la plasticidad, a la encarnación, a la manipulación y a la creación. Ellas son trabajo, organismo, alimento, a la merced del ser humano que las hace, las transforma, las asimila.

Dales la vuelta,
cógelas del rabo (chillen, putas),
azótalas,
dales azúcar en la boca a las rejegas,
ínflalas, globos, pínchalas,
sórbeles sangre y tuétanos,
sécalas,
cápalas,
písalas, gallo galante,
tuérceles el gaznate, cocinero,
desplúmalas,
destrípalas, toro,
buey, arrástralas,
hazlas, poeta,
haz que se traguen todas sus palabras.

La vida sencilla

En este poema, Octavio Paz eleva un canto a las gracias cotidianas, estar en el aquí y el ahora, plenitud de la experiencia humana. La vida sencilla es la reivindicación de la atención vigilante y de la experiencia como sentido en sí misma, única conexión posible con otros y con el universo.

Llamar al pan y que aparezca
sobre el mantel el pan de cada día;
darle al sudor lo suyo y darle al sueño
y al breve paraíso y al infierno
y al cuerpo y al minuto lo que piden;
reír como el mar ríe, el viento ríe,
sin que la risa suene a vidrios rotos;
beber y en la embriaguez asir la vida,
bailar el baile sin perder el paso,
tocar la mano de un desconocido
en un día de piedra y agonía
y que esa mano tenga la firmeza
que no tuvo la mano del amigo;
probar la soledad sin que el vinagre
haga torcer mi boca, ni repita
mis muecas el espejo, ni el silencio
se erice con los dientes que rechinan:
estas cuatro paredes, papel, yeso,
alfombra rala y foco amarillento?
no son aún el prometido infierno;
que no me duela más aquel deseo,
helado por el miedo, llaga fría,
quemadura de labios no besados:
el agua clara nunca se detiene
y hay frutas que se caen de maduras;
saber partir el pan y repartirlo,
el pan de una verdad común a todos,
verdad de pan que a todos nos sustenta,
por cuya levadura soy un hombre,
un semejante entre mis semejantes;
pelear por la vida de los vivos,
dar la vida a los vivos, a la vida,
y enterrar a los muertos y olvidarlos
como la tierra los olvida: en frutos...
Y que a la hora de mi muerte logre
morir como los hombres y me alcance
el perdón y la vida perdurable
del polvo, de los frutos y del polvo.

La poesía

La poesía se revela al poeta como una amante frente a la que su alma se desnuda o, por qué no, como una madre nutricia que sustenta al poeta. La poesía es una relación. Dejemos que sea el poeta quien hable.

A Luis Cernuda

Llegas, silenciosa, secreta,
y despiertas los furores, los goces,
y esta angustia
que enciende lo que toca
y engendra en cada cosa
una avidez sombría.

El mundo cede y se desploma
como metal al fuego.

Entre mis ruinas me levanto,
solo, desnudo, despojado,
sobre la roca inmensa del silencio,
como un solitario combatiente
contra invisibles huestes.

Verdad abrasadora,
¿A qué me empujas?

No quiero tu verdad,
tu insensata pregunta.

¿A qué esta lucha estéril?
No es el hombre criatura capaz de contenerte,
avidez que sólo en la sed se sacia,
llama que todos los labios consume,
espíritu que no vive en ninguna forma
mas hace arder todas las formas.

Subes desde lo más hondo de mí,
desde el centro innombrable de mi ser,
ejército, marea.

Creces, tu sed me ahoga,
expulsando, tiránica,
aquello que no cede
a tu espada frenética.

Ya sólo tú me habitas,
tú, sin nombre, furiosa substancia,
avidez subterránea, delirante.

Golpean mi pecho tus fantasmas,
despiertas a mi tacto,
hielas mi frente,
abres mis ojos.

Percibo el mundo y te toco,
substancia intocable,
unidad de mi alma y de mi cuerpo,
y contemplo el combate que combato
y mis bodas de tierra.

Nublan mis ojos imágenes opuestas,
y a las mismas imágenes
otras, más profundas, las niegan,
ardiente balbuceo,
aguas que anega un agua más oculta y densa.

En su húmeda tiniebla vida y muerte,
quietud y movimiento, son lo mismo.
Insiste, vencedora,
porque tan sólo existo porque existes,
y mi boca y mi lengua se formaron
para decir tan sólo tu existencia
y tus secretas sílabas, palabra
impalpable y despótica,
substancia de mi alma.

Eres tan sólo un sueño,
pero en ti sueña el mundo
y su mudez habla con tus palabras.

Rozo al tocar tu pecho
la eléctrica frontera de la vida,
la tiniebla de sangre
donde pacta la boca cruel y enamorada,
ávida aún de destruir lo que ama
y revivir lo que destruye,
con el mundo, impasible
y siempre idéntico a sí mismo,
porque no se detiene en ninguna forma
ni se demora sobre lo que engendra.

Llévame, solitaria,
llévame entre los sueños,
llévame, madre mía,
despiértame del todo,
hazme soñar tu sueño,
unta mis ojos con aceite,
para que al conocerte me conozca.

Tus ojos

En los ojos de la amada el poeta encuentra el mundo. Se sabe preso de la seducción que anuncia una eternidad, una inconmensurable belleza que subyuga al amante.

Tus ojos son la patria del relámpago y de la lágrima,
silencio que habla,
tempestades sin viento, mar sin olas,
pájaros presos, doradas fieras adormecidas,
topacios impíos como la verdad,
otoño en un claro del bosque en donde la luz canta en el hombro
de un árbol y son pájaros todas las hojas,
playa que la mañana encuentra constelada de ojos,
cesta de frutos de fuego,
mentira que alimenta,
espejos de este mundo, puertas del más allá,
pulsación tranquila del mar a mediodía,
absoluto que parpadea,
páramo.

Analfabeto

Para el poeta, el cielo representa un libro lleno de signos indescifrables. Frente a la inmensidad, el poeta reconoce su finitud.

Alcé la cara al cielo,
inmensa piedra de gastadas letras:
nada me revelaron las estrellas.

Vea también El laberinto de la soledad de Octavio Paz.

Madrugada

friedrich
Caspar Friedrich: Monje junto al mar.

La madrugada es representada por el poeta como la hora terrible en que despiertan las heridas dormidas que rodean su existencia.

Rápidas manos frías
retiran una a una
las vendas de la sombra

Abro los ojos
todavía
estoy vivo
en el centro
de una herida todavía fresca.

Apremio

En este poema, Octavio Paz parece introducirnos a uno de los tópicos literarios por excelencia: la preocupación por el paso del tiempo.

Corre y se demora en mi frente
lenta y se despeña en mi sangre
la hora pasa sin pasar
y en mí se esculpe y desvanece

Yo soy el pan para su hambre
yo el corazón que deshabita
la hora pasa sin pasar
y esto que escribo lo deshace

Amor que pasa y pena fija
en mí combate en mí reposa
la hora pasa sin pasar
cuerpo de azogue y de ceniza

Cava mi pecho y no me toca
piedra perpetua que no pesa
la hora pasa sin pasar
y es una herida que se encona

El día es breve la hora inmensa
hora sin mí yo con su pena
la hora pasa sin pasar
y en mí se fuga y se encadena

Garabato

El erotismo vuelve a hacerse presente en Octavio Paz. Esta vez, su aproximación es sensorial más que contemplativa. Una acción hecha metáfora repasa la textura del cuerpo y la pasión.

Con un trozo de carbón
con mi gis roto y mi lápiz rojo
dibujar tu nombre
el nombre de tu boca
el signo de tus piernas
en la pared de nadie

En la puerta prohibida
grabar el nombre de tu cuerpo
hasta que la hoja de mi navaja
sangre
y la piedra grite
y el muro respire como un pecho

Silencio

La imagen que nos presenta Octavio Paz sobre el silencio nos abruma: cuando el pensamiento se abre paso en el silencio, y se abalanzan ilusiones, culpas o penas que oprimen nuestro pecho.

Así como del fondo de la música
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
en donde los silencios enmudecen.

El fuego de cada día

Auger Lucas
Auger Lucas: Alegoría de la poesía.

Paz vuelve otra vez a la autorreflexividad estética, a la cuestión del hacer poético y a la materia de su creación: el lenguaje, esta vez imagen de sonoridad, de aire vibrante. El lenguaje se representa como naturaleza viva. Y así nace el poema, continuación del universo.

A Juan García Ponce

Como el aire
hace y deshace
sobre las páginas de la geología,
sobre las mesas planetarias,
sus invisibles edificios:
el hombre.

Su lenguaje es un grano apenas,
pero quemante,
en la palma del espacio.

Sílabas son incandescencias.

También son plantas:
sus raíces
fracturan el silencio,
sus ramas
construyen casas de sonidos.

Sílabas:
se enlazan y se desenlazan,
juegan
a las semejanzas y las desemejanzas.

Sílabas:
maduran en las frentes,
florecen en las bocas.

Sus raíces
beben noche, comen luz.

Lenguajes:
árboles incandescentes
de follajes de lluvias.

Vegetaciones de relámpagos,
geometrías de ecos:
sobre la hoja de papel
el poema se hace
como el día
sobre la palma del espacio.

Decir, hacer

Una vez más, el hacer poético se hace tema de la poesía de Octavio Paz. esta vez, ha dedicado el poema a Roman Jakobson, lingüista y crítico literario, ampliamente conocido por su estudio de las funciones del lenguaje. Una de ellas es, precisamente, la función poética. ¿Pero quién puede saber realmente lo que es la poesía?

A Roman Jakobson

Entre lo que veo y digo,
Entre lo que digo y callo,
Entre lo que callo y sueño,
Entre lo que sueño y olvido

La poesía.

Se desliza entre el sí y el no:
dice
lo que callo,
calla
lo que digo,
sueña
lo que olvido.

No es un decir:
es un hacer.

Es un hacer
que es un decir.

La poesía
se dice y se oye:
es real.

Y apenas digo
es real,
se disipa.

¿Así es más real?
Idea palpable,
palabra
impalpable:
la poesía
va y viene
entre lo que es
y lo que no es.

Teje reflejos
y los desteje.

La poesía
siembra ojos en las páginas
siembra palabras en los ojos.

Los ojos hablan
las palabras miran,
las miradas piensan.

Oír
los pensamientos,
ver
lo que decimos
tocar
el cuerpo
de la idea.

Los ojos
se cierran

Las palabras se abren.

Entre ir y quedarse

El poeta le canta al instante cotidiano, ese en el que el día queda atrapado pensando en volverse noche, ese instante mágico en que el ser humano que lo contempla, el poeta en este caso, se convierte en pausa que contempla. ¡Qué pensamientos despierta aquella postración!

Entre irse y quedarse duda el día,
enamorado de su transparencia.
La tarde circular es ya bahía:
en su quieto vaivén se mece el mundo.
Todo es visible y todo es elusivo,
todo está cerca y todo es intocable.
Los papeles, el libro, el vaso, el lápiz
reposan a la sombra de sus nombres.
Latir del tiempo que en mi sien repite
la misma terca sílaba de sangre.
La luz hace del muro indiferente
un espectral teatro de reflejos.
En el centro de un ojo me descubro;
no me mira, me miro en su mirada.
Se disipa el instante. Sin moverme,
yo me quedo y me voy: soy una pausa

El pájaro

La muerte no abandona las inquietudes del poeta. Ese destino inexorable al que nos enfrentamos en un motivo recurrente en la literatura. Podrá el verso sobrevivir, pero no el hombre que lo ha hecho. Las palabras prevalecen sobre el ser. La muerte en este poema se representa amenazante, como un francotirador al acecho. La muerte no tiene ni rostro ni móvil, no conoce la justicia. Simplemente, llega.

Un silencio de aire, luz y cielo.
En el silencio transparente
el día reposaba:
la transparencia del espacio
era la transparencia del silencio.
La inmóvil luz del cielo sosegaba
el crecimiento de las yerbas.
Los bichos de la tierra, entre las piedras,
bajo la luz idéntica, eran piedras.
El tiempo en el minuto se saciaba.
En la quietud absorta
se consumaba el mediodía.

Y un pájaro cantó, delgada flecha.
Pecho de plata herido vibró el cielo,
se movieron las hojas,
las yerbas despertaron...
Y sentí que la muerte era una flecha
que no se sabe quién dispara
y en un abrir los ojos nos morimos.

Antonio Machado

  (Sevilla, 1875 - Collioure, 1939) Poeta español. Aunque influido por el modernismo y el simbolismo, su obra es expresión lírica del ideari...