Poemas de Andrés Eloy Blanco
Poemas del libro Giraluna (1955).
LA HILANDERA
Dijo el hombre a la Hilandera
a la puerta de su casa:
—Hilandera, estoy cansado,
dejé la piel en las zarzas,
tengo sangradas las manos,
tengo sangradas las plantas,
en cada piedra caliente
dejé un retazo del alma,
tengo hambre, tengo fiebre,
tengo sed… la vida es mala…
Y contestó la Hilandera:
—Pasa.
Dijo el hombre a la Hilandera
en el patio de su casa:
—Hilandera estoy cansado,
tengo sed, la vida es mala;
ya no me queda una senda
donde no encuentre una zarza.
Hila una venda, Hilandera,
hila una venda tan larga
que no te quede más lino;
ponme la venda en la cara,
cúbreme tanto los ojos
que ya no pueda ver nada,
que no se vea en la noche
ni un rayo de vida mala.
Y contestó la Hilandera:
—Aguarda.
Hiló tanto la Hilandera
que las manos le sangraban
y se pintaba de sangre
la larga venda que hilaba.
Ya no le quedó más lino
y la venda roja y blanca
puso en los ojos del hombre,
que ya no pudo ver nada…
Pero, después de unos días,
el hombre le preguntaba:
—¿Dónde te fuiste, Hilandera,
que ni siquiera me hablas?
¿Qué hacías en estos días,
qué hacías y dónde estabas?
Y contestó la Hilandera:
—Hilaba.
Y un día vió la Hilandera
que el hombre ciego lloraba;
ya estaba la espesa venda
atravesada de lágrimas,
una gota cristalina
de cada ojo manaba.
Y el hombre dijo:
—Hilandera,
¡te estoy mirando a la cara!
¡Qué bien se ve todo el mundo
por el cristal de las lágrimas!
Los caminos están frescos,
los campos verdes de agua;
hay un iris en las cosas,
que me las llena de gracia.
La vida es buena, Hilandera,
la vida no tiene zarzas;
¡quítame la larga venda
que me pusiste en la cara!—
Y ella le quitó la venda
y la Hilandera lloraba
y se estuvieron mirando
por el cristal de las lágrimas
y el amor, entre sus ojos,
hilaba…
PARA CANTAR
Hay un punto en el camino
donde se empieza a querer;
el que no lo vio no supo
cuándo, cómo, dónde fue.
Hubo quien lo vio y cayó
y aun después de caer
hizo otra vez el camino
para caer otra vez.
No hay manera de dejarlo
ni de salirlo a buscar;
es un punto en el camino
que tiene su caminar.
Nadie sabe las razones
de este empezarte a querer,
de este seguirte queriendo,
de este quererte después.
Que se devuelven los ojos,
que se devuelven los pies,
que se devuelven los sueños
adonde quiera que estés.
Yo tengo los pies enfermos
de un modo de caminar,
que se me devuelven solos
adonde quiera que estás.
Toda la noche fue poca
para los viajes que hacía
de tus ojos a tu boca.
Suspiro cuando te miro,
pero te me pongo al lado
y el fuego de tu costado
me va quemando el suspiro.
Siempre que te tengo lejos
me paso el día buscando
lo tuyo de los espejos.
LA CITA
Pinar arriba,
pinar abajo,
la nube, el pinar, el viento,
la tarde y yo te esperamos.
¡Cómo tardas!
tú siempre ofreces tempranos
y siempre pagas con tardes.
Me van a crecer los pinos
esperándote.
La próxima vez,
ya sé a qué atenerme;
te voy a hacer esperar
una hora, sóla, sóla,
para que sepas entonces
cuántos pinos tiene una hora.
Ya se fastidió la nube;
se está lloviendo por dentro.
Eres mala;
a una nube de agua dulce
volverla de agua salada.
La próxima vez,
esperaré a que llueva a chorros;
ya te contará la nube
cómo esperamos nosotros
y nunca sabrás si el agua que te pasó por los labios
te la lloraron las nubes
o te la llovieron los ojos.
Ya se va el viento,
diciendo malas palabras de monte;
ya verás, cuando tú esperes, esperando y solitaria,
te dirá el viento unas cosas que te pondrán colorada.
Ahora se va la tarde;
se le está poniendo oscura la pena del horizonte;
ya verás, cuando estés sola,
y en un adiós de la tarde te quedes sola en la noche.
Se va el pinar; se está yendo
revuelto el verde hasta un negro
que se hace nube y se encoge
y se agavilla y se expande,
verde, negro, verde, gris,
y no se va pino a pino,
sino que se hace una cosa
de pinos que va a dormir.
Y yo ¿qué estoy esperando?
ya me voy, sólo. Eres mala;
a una tarde, hacerla noche,
a un pinar, hacerlo nube,
a una nube de agua dulce
hacerla de agua salada.
Ya me voy. ¡Pero aquí estás!
¡La tarde está regresando!
¡mira el viento! ¡se ve el viento!
¡la nube está echando lirios!
mira el pinar, cómo viene,
pino a pino, pino a pino…
«No sé qué cosa me pides,
no sé qué cosa pedir,
si morir por no quererte
o quererte hasta morir;
yo no sé qué es lo más bueno,
yo no sé qué es lo peor,
no sé si amor sin presencia
o presencia sin amor».
Giraluna (1955), Andrés Eloy Blanco.
GIRALUNA LEJANA
No lo digas, no lo digas.
Ya sé que te estás muriendo
de esperarme con los brazos
y abrazarme con el viento.
Desde tu ausencia a la mía
ya tendió tu pensamiento
el hilo de coser ojos
y el río de viajar besos.
Amor pagado en amor,
pena pagada en silencio;
para esperarte de día
me pondré azul contra el sueño,
para esperarte de noche
soñaré que te amanezco,
para esperarte en la muerte
moriré de ojos abiertos,
para esperarte en el mundo
que hay detrás de los silencios
respiraré en el vacío
el aire de tu recuerdo.
Espérame en tu esperanza,
a un costado de tus sueños,
entre el filo de tus ojos
y la orilla de tus besos.
¡Ay, tú no sabes,
no sabes con qué muerte te recuerdo!
el adiós que me gritaste
me sale, como los muertos.
«Pero vuelve. Todo vuelve,
y el que siempre fue por agua
viene vestido de espinas
y respirado de llamas».
Giraluna (1955), Andrés Eloy Blanco.
SILENCIO
Cuando tú te quedes muda,
cuando yo me quede ciego,
nos quedarán las manos
y el silencio.
Cuando tú te pongas vieja,
cuando yo me ponga viejo,
nos quedarán los labios
y el silencio.
Cuando tú te quedes muerta,
cuando yo me quede muerto,
tendrán que enterrarnos juntos
y en silencio;
y cuando tú resucites,
cuando yo viva de nuevo,
nos volveremos a amar
en silencio.
Y cuando todo se acabe
por siempre en el universo,
será un silencio de amor
el silencio.
«vuelve, que tengo los ojos
cerraditos, de buscar
adonde se fue aquel beso
que me acabas de dejar».
Giraluna (1955), Andrés Eloy Blanco.
PLEITO DE AMAR Y QUERER
Me muero por preguntarte
si es igual o es diferente
querer y amar y si es cierto
que yo te amo y tú me quieres.
—Amar y querer se igualan
cuando se ponen parejos
el que quiere y el que ama.
—Pero es que no da lo mismo;
dicen que el querer se acaba
y el amar es infinito,
amar es hasta la muerte
y querer hasta el olvido.
— Dile al que te cuente historias
que el mundo es para querer
y amar es la misma cosa.
— Querer no es amar. Amando
hay tiempo de amarlo todo:
a Dios, al Esposo, al mundo,
tocar el borde y el fondo
y amar al hijo del Pueblo
como al hijo del Esposo.
—¿Querer es ser para uno
y amar es ser para todos?
—No; amar es amar y amar,
es como amar de dos modos:
a unos como hijos de Dios
y como a Dios, a uno solo.
—¿Amar y querer? Parece
que amar es lo que abotona
y querer lo que florece.
—Dicen que amar no hace daño
donde querer deja huella.
—Si querer es con la uña
donde amar es con la yema…
—Querer es lo del deseo
y amar es lo del servicio,
querer puebla los rincones,
amar puebla los caminos,
queriendo se tiene un gozo
y amando se tiene un hijo.
—Amar es con luz prendida,
querer, con luz apagada,
en amar hay más desfile
y en querer hay más batalla.
—Luego querer no es amar,
querer es guerra con guerra
y amar es guerra con paz…
—Querer no es lo que tú sientes,
querer no es lo que tú piensas;
tu querer de agua tranquila
ni bulle, ni arrastra piedras.
Querer no es esa apacible
ternura que no hace huella.
Querer es querer mil veces
en cada vez que se quiera.
Querer es tener la vida
repartida por igual
entre el amor que sentimos
y la plenitud de amar;
es no dormir por las noches,
es no ver de día el sol,
es amar, sin dejar sitio
ni para el amor de Dios:
es tener el corazón
entre las manos guardado
y si Ella pasa, sentir
que se nos abren las manos;
es tener un niño preso
y envejecido en la cuna;
querer es brasa, que vive
de la propia quemadura;
es no reir, porque hay algo
de lágrima en la sonrisa,
es no comer, porque sabe
a corazón la comida,
es haber amanecido
sin habernos explicado
cómo, sin haber dormido,
pudimos haber soñado.
—Todo eso es querer y amar
y amar es más todavía,
porque amar es la alegría
de crearse y de crear.
Es algo como una idea
que inventa lo que se quiere,
porque al quererlo lo crea:
No hay un hombre que supere
a la versión que de ese hombre
da la mujer que lo quiere:
ni existe mujer tan bella,
ni existe mujer tan pura
como la que se figura
el hombre que piensa en ella.
Por eso, al estarte amando,
si con un amor te quiero
con otro te estoy creando
y tú, en el querer que sientas,
si con un querer me quieres
con otro querer me inventas.
Pero allí no se detiene
la creación del amor
e inventa un mundo mejor
para el que ni mundo tiene.
Y el amor se vuelve afán
de gritarle al pordiosero:
—Quiero y porque quiero, quiero
que nadie te quite el pan;
que nadie te quite el vino,
que no te duela en los pies
la limosna del camino;
que te alces, alzado y frío
el puño de tu derecho,
prestado en rabia a tu pecho
el amor que hay en el mío.
Del obrero y sus quereres
todo el rescoldo se vea
cuando haga la chimenea
suspirar a los talleres
y en la voz del campesino
vaya un poco de mi amor,
como de savia en la flor,
como de agua en el molino;
y así el amor es caricia
que se nos va de las manos
para servicios humanos
en comisión de justicia.
Amar es querer mejor
y si le pones medida
te resulta que el amor
es más ancho que la vida;
Amar es amar de suerte
que al ponerle medidor
te encuentras con que el amor
es más largo que la muerte.
y en el querer lo estupendo
y en el amar lo profundo
es que algo le toque al mundo
de lo que estamos queriendo.
MAR CARIBE
Como para decirlo de rodillas:
¡Qué bien está que en nuestro mar me quieras!
¡qué bueno fue nacer en sus riberas!
¡qué bien sabrá morir en sus orillas!
¡Qué llano azul para sembrarle quillas,
qué historia de vigilias costaneras,
qué mar de ayer, para inventar banderas
coloradas, azules y amarillas!
¡Qué bien está decir que el mar es tuyo,
que el mar es mío y que en el mar te arrullo
con arrullo del mar de nuestra infancia!
si hasta llorar con él tiene su encanto;
la barca es suya, de su sal el llanto,
suyo el adiós y suya la distancia.
REGRESO AL MAR
Siempre es el mar donde mejor se quiere,
fue siempre el mar donde mejor te quise;
al amor, como al mar, no hay quien lo alise
ni al mar, como al amor, quien lo modere.
No hay quien como la mar familiarice
ni quien como la ola persevere,
ni el que más diga en lo que vive y muere
nos dice más de ló que el mar nos dice.
Vamos de nuevo al mar; quiero encontrarte
la hora más azul para besarte
y el lugar más allá para quererte,
donde el agua es al par agua y abismo,
en la alta mar, en donde el aire mismo
se da un aire al amor y otro a la muerte.
SONETO A ROMULO GALLEGOS
ROMULO: ya la Patria está muy lejos;
la escucho ya en canciones y relatos,
la busco ya en sus cartas y retratos,
la encuentro ya como al amor los viejos.
No digo aquella de los cien reflejos
en el machete de sus arrebatos,
sino la sin maldad y sin zapatos,
de pie y de agua, como los espejos.
Ya nos queda nomás la que escribiste:
en tus libros su olor y su cadencia,
su azul remoto en tu camino triste,
su rumbo y su paisaje en tu conciencia…
lo demás es tu pálida Teotiste,
la mitad gloria y la mitad ausencia.
COLOQUIO BAJO EL CIPRÉS
Y ahora, en el crepúsculo, es la hora
de miramos las caras
con poco hablar y con decirlo todo,
seis ojos y tres ánimas,
la confluencia de todo en el silencio,
mi ser que se convoca, como el agua en el agua,
en un solo mirar mi turno entero,
mi vida entre mis tardes y tus albas,
porque es bueno pensar que cualquier día,
quizá muy pronto, sea para el ciprés mi alma
y en una tarde de las tardes mías
o en un amanecer de tus mañanas,
te apartes una gota de otra gota
para que entre en tus ojos mi última mirada.
Por eso, en este ocaso, ya es la hora
de entregarte mi lámpara,
ya nos llegó el momento
de que tu mano encienda la luz que se me apaga.
Mi luz, mi pobre luz a ti confío,
farol en tu pasillo, veladora en tu cama;
no digas que es linterna para encontrar a un Hombre,
sino luz de sereno que ayude a los que pasan.
En las noches sin luna, cuélgala en el camino,
en las de tempestad ponía en la playa,
haz de mi luz un hecho que ilumine tu mano
y de tu mano un hecho de tierra iluminada.
Y así como te doy el cuido de mi luz
y así como te pido cultivarla,
como te doy mi luz, te doy mi sombra,
sólo para tu amor y tu esperanza;
también la sombra puede cultivarse
si se le da la vecindad del alma;
como se siembra un árbol en la tierra
puede sembrarse un sueño en la almohada.
Si hasta mi misma luz llega a faltarte,
mi sombra estará siempre detrás de tus pisadas.
Más que mi luz, tuya
mi sombra acostada,
no hay quien te la quite,
sombra no se apaga,
tuya para siempre;
hijo de mi alma,
la sombra es lo único
que no arrastra el agua.
Andrés Eloy Blanco.
Poemas del libro Giraluna (1955).
Selección y transcripción de los poemas: Silvia C. Navarro.
Andrés Eloy Blanco Meaño. Nació en Cumaná, Venezuela, el 6 de agosto de 1896. Fue un poeta, escritor, abogado, humorista y político venezolano. Cursó la enseñanza primaria y parte de la media, completando su formación académica en Caracas, graduándose en la Universidad Central de Doctor en ciencias políticas y sociales. Siendo un adolescente ganó el primer premio en los Juegos florales de Caracas en 1916. Como poeta, sus composiciones tuvieron popularidad. En 1919 publicó su libro de versos El huerto de la Epopeya, y en 1921 el poemario Tierras que me Oyeron. En su obra destaca El alma inquieta; El río de las siete estrellas; El limonero del Señor; El conejo blanco o en El gato verde, La loca luz Caraballo, A un año de tu luz y Canto a los hijos. Pertenece a la Generación del 28. Al triunfar la Revolución el 18 de octubre de 1945, ocupó el cargo de Presidente de la Asamblea Constituyente (1947), y en 1948 el de Ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno constitucional de Rómulo Gallegos. Tras el golpe de estado de la Junta Militar en contra del gobierno de Gallegos, en 1948, se exilió en México, donde murió en un accidente automovilístico el 21 de mayo de 1955.